Tengo innumerables amigos y familiares que
tienen jornadas laborables interminables. Esto deja ver claramente dos
conflictos: la productividad laboral
es evidentemente baja, porque tenemos jornadas laborales más largas que el
resto de los países desarrollados, y producimos menos. Y lo que es más
importante, tenemos menos tiempo para disfrutar de nuestra familia.
Pues bien, estas largas jornadas laborables
son fruto de la duplicidad de trabajo. Son innumerables las empresas en las que
se hace por partida doble los mismos trabajos, los que una tarea se supervisa
una y dos veces por diferentes personas. Tenemos que informar hasta en lo más
mínimo a nuestro jefe, y este al suyo, el otro al de más allá.
Delegar, esta es la solución. Si, tan simple
(y tan difícil) como eso. En las compañías se tendría que dar cursos de
delegar. Una organización donde se sabe delegar y se confía en la
responsabilidad individual de cada empleado hace que aumente su productividad
exponencialmente. Y sí, hay que supervisar, y a esto hay que dedicarle tiempo,
pero cuando se empieza a desarrollar una relación entre jefe y empleado,
marcada por una delegación eficiente cada vez se necesita menos supervisión y
aumenta su interacción y productividad.
A continuación os voy a mostrar los aspectos
que hay que tener en cuenta para delegar eficientemente, pero antes, quiero
diferenciar dos conceptos, delegar y mandar.
Mandar, es teledirigir a una persona para que
realice una tarea. Le ordenas la tarea y le explicas cómo y cuándo debe
hacerla. La persona que es mandada simplemente debe ejecutar la orden, y
después tiene que ser supervisada, en ningún momento aporta nada al proceso,
simplemente ejecuta. Mandar a la larga no es productivo.
Delegar, es confiar en otra persona para que
logre un objetivo. No consiste en informarle de la tarea que tiene que hacer,
sino en el objetivo que se persigue. La persona en la que se delega, tiene la
obligación de “hacer la tarea suya” y no simplemente ser un reproductor de técnica
dada por aquel que le encomendó la tarea. Delegar a corto plazo puede ser menos
productivo que mandar, pero a largo plazo sin duda es mucho más productivo.
Lo prometido es deuda, estos son los aspectos
a tener en cuenta para delegar con eficacia:
-
Objetivo-resultados: consiste en definir que
queremos lograr, cual es el objetivo exacto a conseguir. Hay que delimitarlo
perfectamente, y tiene que estar perfectamente claro para la persona en la que
se delega.
-
Limitación de métodos: hay que delimitar la zona de
actuación en la que se puede mover la que va en busca del objetivo. Es
importante no delimitar demasiado su campo de actuación, ya que esto no será
una delegación sino un encargo. Hay que dar libertad.
-
Medios: debe informarse de todos los
recursos que se pueden utilizar para lograr el objetivo. Recursos económico,
recursos humanos, recursos materiales…
-
Evaluación: hay que calificar tanto la
consecución del objetivo, como del proceso. La persona en la que se va a
delegar debe conocer como se evaluara su actividad antes de comenzarla.
-
Consecuencias: hay que informar de las
consecuencias, tanto positivas como negativas que tiene la delegación de esa
tarea. Si va a ver recompensas posteriores, si va a cambiar su situación dentro
de la institución después de la tarea delegada.
“En lo esencial: unidad,
En lo opinable: liberta,
Y en todo: caridad”
San Agustin
Muchas empresas tienen demasiado delimitada
su forma de hacer las cosas, y terminan mandado tareas. Esta es la mejor manera
de no progresar y de no dejar que los profesionales aporten sus conocimientos
para optimizar los procesos.
Creo que si se contrata a un profesional
debes dejar que se desarrolle dentro de la empresa y darle la máxima libertad
para que desarrolle métodos y formas nuevas para conseguir los objetivos. Y ya
os adelanto que no soy el único que pienso, así. Os dejo un ejemplo de alguien
que ha creado una gran compañía confiando en la libertad de los profesionales.
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