domingo, 23 de marzo de 2014

¿QUÉ HARÍAS EN TU ÚLTIMO DÍA?

“Lo que más me sorprende del hombre occidental
es que pierde la salud para ganar dinero,
después pierde el dinero para recuperar la salud.
Y por pensar ansiosamente en el fututo no disfruta el presente,
por lo que no vive ni el presente ni el futuro.
Y vive como si no tuviera que morir nunca
y muere como si nunca hubiera vivido”
Dalái Lama

Este artículo lo quería comenzar con un reflexión del Dalái Lama, que sin duda deberíamos interiorizar todos.

Yo solo he vivido en esta época, que es la que me ha tocado vivir, y no puedo compararla con otras, pero yo veo mucha gente infeliz y preocupada por su vida y hacia dónde va esta. Con malestar porque no consiguen todo aquello que se proponen y con ansia de llegar a una situación futura, que por mucho tiempo del que pase siempre equidista de nuestro hoy, nunca se acerca.

Sinceramente, creo que tenemos una escala de valores equivocada, hace tiempo que en la sociedad tienen un papel prioritario el dinero, que sin duda es importante ya que sin no podemos realizar nuestro día a día, pero no se tiene nunca que priorizar antes que la familia, la salud,…

Si os ponéis a pensar seguro que os salen varios ejemplos de personas que trabajan más de 10-12 horas al día, y no tienen tiempo para disfrutar de su familia, pero que argumenta su situación diciendo: “esto es lo que toca, y lo hago para que a mi familia no le falte de nada”. Seguramente estas personas no le ha preguntado a sus hijos, que es lo que prefieren, estar más con Papa (o con Mama) o que les lleve en un coche de determinado modelo o llevar tal estilo de vida. Yo creo que se lo que diría el niño…

No nos engañemos, a todos nos gusta tener determinadas posesiones,  y llevar un estilo de vida en concreto. Esto es legítimo y razonable. La diferencia es que tienes “que perder” para conseguir eso que se desea, y sinceramente, si la contrapartida es la salud y la familia, creo que es un gran error.

“Hay que tener aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas”
Heinrich Von Stein

Te propongo un ejercicio. Imagínate, que hoy es tu último día de vida. Te levantas de la cama y ¿qué harías? Habrá muchísimas respuestas posibles, pero supongo que no llamarías a las personas con las que trabajas para que te acompañara en las últimas horas de vida. Seguro que te gustaría estar con tus seres más queridos, y hacer cosas que realmente te apetecen hacer, y evidentemente no pensarías en el futuro, porque por desgracia ya no quedaría futuro.


Deja de imaginar. Estas en la realidad, y reflexiona, cuánto tiempo dedicas semanalmente a hacer esas cosas que harías en ejercicio anterior. Calcúlalo, y mira qué porcentaje ocupa en tu semana. Me temo que la respuesta no te va a satisfacer.


Haz un favor a los que te rodean, y sobre todo háztelo a ti, deja de pensar en situaciones futuras ideales por las que estas luchando en el día de hoy. Deja de luchar por el futuro, y empieza a disfrutar el presente con los que más te quieren, que en realidad es lo más importante que tienes. 

domingo, 9 de marzo de 2014

EL CAPITÁN DE TU ALMA

Hoy os quiero acercar un problema, que quizá, muchos conocéis, ya que salió en una película muy taquillera a la cual dio nombre Invictus.



En la noche que me envuelve,
negra como un pozo insondable,
doy gracias al dios que fuere
por mi alma inconquistable.
En las garras de las circunstancias
no he gemido ni llorado.
Ante las puñaladas del azar
si bien he sangrado, jamás me he postrado.
Más allá de este lugar de ira y llantos
acecha la oscuridad con su horror,
no obstante la amenaza de los años
me halla y me hallará sin temor.
Ya no importa cuán recto haya seguido el camino,
ni cuántos castigos lleve a la espalda,
soy el amo de mi destino,
soy el capitán de mi alma.
William Ernest Henley


Es un poema que utilizaba Mandela, para poder llevar mejor sus años de cautiverio y se termino convirtiendo en la mejor sinopsis de su vida. En estas pocas líneas se representan perfectamente la importancia que tiene no dejarse llevar por las circunstancias ni el entorno y que tu destino simplemente depende de una persona, de ti. A lo mejor no puedes evitar enfrentarte a problemas y a situaciones extremadamente duras, pero en último término tú decides con la actitud con la que te enfrentas a ellas, y eso sin duda alguna marcara tu destino.


jueves, 6 de marzo de 2014

¿CUANTO ERES CAPAZ DE ESPERAR?

A lo largo de la vida te vas a enfrentar a proyectos complejos en los que va a marcar la diferencia tu tenacidad y tu fuerza de voluntad. Y esto no es tan fácil, ya que en nuestra sociedad  esta vendiéndonos constantemente la imagen de que el éxito y la consecución de objetivos se realizan con prontitud. Este mensaje, que recibimos de los medio de comunicación está calando en nuestros cerebros y hace que las personas, cada vez muestren menos fuerza de voluntad y que abandones sus metas al mínimo escollo que se encuentran en el camino.



Es imprescindible tener fuerza de voluntad para disfrutar de la vida y poder luchar por todo aquello que te propongas. Si somos capaces de esperar nuestro momento y trabajar para ello habrá pocas cosas que se os resistan.

Hoy os quiero acercar un experimento que empezó hace 40 años y que dura hasta nuestros días, es uno de los experimentos más completo de la conducta humana. Y trata de lo siguiente…

El Doctor Walter Mischel, psicólogo de la Universidad de Columbia, en la década de los 60 tuvo una genial idea: quería evaluar la voluntad que tenían los niños y la incidencia que tenía está en su desarrollo de su vida en edad adulta.

Para demostrar esto, a Mischel, se le ocurrió proponer una prueba muy sencilla a niños de 4 – 6 años. A estos niños se les llevaba a una habitación vacia. Simplemente había una silla para sentarse, y una mesa. Un adulto al inicio de la prueba estaría con el niño y le daría una chuche, y le decía que era suya y que se la pudiera comer cuando quiera, pero que el iba abandonar la habitación y si no se la comía hasta que volviera, él le daría otra chuche, entonces se podía comer las dos.

El adulto estaba fuera de la habitación durante 20 minutos, en los cuales los niños decidían si le esperaban y así conseguiría otra chuche, o si las ganas de comerse la chuche era más intenso que su fuerza de voluntad, por lo cual se comia la primera chuche antes de que volviera.

Como podéis ver en el video, hubo niños que esperaban y otros que se comían la primera chuche.




Lo interesante del experimento viene ahora, que son los resultados posteriores. A los 10 años se volvieron a reunir a los niños del experimento y se comprobó que los niños que fueron capaces de esperar para conseguir la segunda chuche, ahora era adolescentes que obtenían significativamente mejores notas, tenían mayor confianza en sí mismo y superaban mejor las frustraciones que aquellos niños que fueron incapaces (o no quisieron) esperar para comerse la primera golosina.

Los niños que no fueron capaces de controlarse y reprimir su instinto, diez años después tampoco lo eran, afectando así sus resultados académicos y a su relación con el entorno.
Pero no queda ahí la caso. En edad adulta, los niños que “supieron esperar” estaban más satisfechos con sus vidas, la relación con sus familias las calificaban como más satisfactorias y sus trabajos, por lo general, les gustaba significativamente.


La vida no es fácil, en ningún ámbito. Al final para conseguir algún objetivo, vamos a tener que usar nuestra paciencia y nuestra fuerza de voluntad. La voluntad se puede y se debe trabajar desde niño, porque seguramente esto condicionara quien seamos de mayores.