“Lo que más me sorprende del hombre occidental
es que pierde la salud para ganar dinero,
después pierde el dinero para recuperar la salud.
Y por pensar ansiosamente en el fututo no disfruta el presente,
por lo que no vive ni el presente ni el futuro.
Y vive como si no tuviera que morir nunca
y muere como si nunca hubiera vivido”
Dalái Lama
Este artículo lo quería comenzar con un reflexión del Dalái
Lama, que sin duda deberíamos interiorizar todos.
Yo solo he vivido en esta época, que es la que me ha tocado
vivir, y no puedo compararla con otras, pero yo veo mucha gente infeliz y preocupada
por su vida y hacia dónde va esta. Con malestar porque no consiguen todo
aquello que se proponen y con ansia de llegar a una situación futura, que por
mucho tiempo del que pase siempre equidista de nuestro hoy, nunca se acerca.
Sinceramente, creo que tenemos una escala de valores
equivocada, hace tiempo que en la sociedad tienen un papel prioritario el
dinero, que sin duda es importante ya que sin no podemos realizar nuestro día a
día, pero no se tiene nunca que priorizar antes que la familia, la salud,…
Si os ponéis a pensar seguro que os salen varios ejemplos de
personas que trabajan más de 10-12 horas al día, y no tienen tiempo para
disfrutar de su familia, pero que argumenta su situación diciendo: “esto es lo
que toca, y lo hago para que a mi familia no le falte de nada”. Seguramente
estas personas no le ha preguntado a sus hijos, que es lo que prefieren, estar
más con Papa (o con Mama) o que les lleve en un coche de determinado modelo o
llevar tal estilo de vida. Yo creo que se lo que diría el niño…
No nos engañemos, a todos nos gusta tener determinadas
posesiones, y llevar un estilo de vida
en concreto. Esto es legítimo y razonable. La diferencia es que tienes “que
perder” para conseguir eso que se desea, y sinceramente, si la contrapartida es
la salud y la familia, creo que es un gran error.
“Hay que tener
aspiraciones elevadas, expectativas moderadas y necesidades pequeñas”
Heinrich Von Stein
Te propongo un ejercicio. Imagínate, que hoy es tu último
día de vida. Te levantas de la cama y ¿qué harías? Habrá muchísimas respuestas
posibles, pero supongo que no llamarías a las personas con las que trabajas
para que te acompañara en las últimas horas de vida. Seguro que te gustaría estar
con tus seres más queridos, y hacer cosas que realmente te apetecen hacer, y
evidentemente no pensarías en el futuro, porque por desgracia ya no quedaría
futuro.
Deja de imaginar. Estas en la realidad, y reflexiona, cuánto
tiempo dedicas semanalmente a hacer esas cosas que harías en ejercicio
anterior. Calcúlalo, y mira qué porcentaje ocupa en tu semana. Me temo que la
respuesta no te va a satisfacer.
Haz un favor a los que te rodean, y sobre todo háztelo a ti,
deja de pensar en situaciones futuras ideales por las que estas luchando en el
día de hoy. Deja de luchar por el futuro, y empieza a disfrutar el presente con
los que más te quieren, que en realidad es lo más importante que tienes.
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