Que extrañas son las relaciones
personales. Cada persona las entendemos a nuestra manera, podríamos asegurar
que no hay dos relaciones iguales.
No simplemente me refiero a
relaciones sentimentales o de pareja, también me refiero a relaciones
familiares, a relaciones laborales, a la relación entre amigos. Vamos cualquier
tipo de relación que se desarrolle entre dos personas.
Tengo la firme convicción, que
los momentos y los lugares especiales, lo son porque en ellos paso “algo”
fantástico con alguna persona. Si, lo que le da sentido a nuestra vida es la
manera de relacionarnos (o no) con los demás. Y, ¿por qué a veces las cuidamos
tan mal? No lo puedo entender.
“Cuanto más sudas en tiempo de
paz, menos sangras en tiempo de guerra”.
Lema de
los NAVY SEAL
Las relaciones personales,
parecen muy caprichosas, cuantas veces nos vemos envueltos en un conflicto con
una persona sin darnos cuentas, y hacemos o decimos cosas que no deseamos, lo
cual no hace nada más que empeorar la situación. Convirtiendo lo que iba a ser
una comunicación normal en una comunicación trascendental que ni una ni otra
parte estaba preparada para afrontar, por lo que se da lugar a un conflicto
costoso de solucionar.
Esta situación además de nuestras
vidas personales, sucede en nuestras vidas profesionales. Con nuestro
compañeros, con nuestros jefes, con las personas que tenemos bajo nuestra
supervisión. Y dan lugar a conflicto que empeora el entorno de trabajo y que a
la empresa le acaba constando mucho dinero, por baja productividad, por dedicar
mucho tiempo a la solución de conflictos.
Voy a soltar una afirmación
arriesgada… Casi todos los conflictos entre personas vienen por falta de
reflexión por alguna parte, y en algunas ocasiones por falta de reflexión de
las dos partes. En lugar de la reflexión aparece la improvisación y la
imaginación intentando suponer el significado que tiene las palabras y los
actos de la otra persona que ahora se convierte en nuestro contrincante.
Sobre este tema, encontré una
reflexión muy interesante en un libro de Antonio Moar “Pregunting”, que es
totalmente recomendable, y que me gustaría compartir con vosotros. Moar en este libro defiende la importancia que
tiene hacerse buenas preguntas para conseguir un buen desarrollo personal. En
esta ocasión rescato un fragmento donde establece 10 preguntas que tienes que
hacer sobre el conflicto y sobre tu manera de actuar cuando te encuentras ante
la resolución del problema.
2. ¿Lo reflexione antes?
3. ¿Fui oportuno?
4. ¿Me preocupé de saber si estaba receptivo?
5. ¿Lo centré en su conducta (no en su persona)?
6. ¿Hice una descripción de hechos sin evaluar le?
7. ¿Fui suficientemente específico?
8. ¿Trabaje sobre el QUÉ, no sobre el POR QUÉ?
9. ¿Le di un feedback sobre algo que realmente él puede cambiar?
10. ¿Lo
orienté a mejorar y no a descargar?
Si cuando aparece una situación
en la que no nos encontramos cómodos con otra personas, tuviéramos en cuenta
estas preguntas cuando nos dirigimos a el/ella, seguramente no solo
resolveríamos el conflicto, sino que nuestra relación saldría más reforzada.
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