lunes, 22 de julio de 2013

MUCHA MENTE, QUIZA DEMASIADA


Nuestra mente es un arma asombrosa, seguramente la más poderosa con la que contamos. Es capaz de imaginar, diseñar, analizar, discurrir, pensar y, por supuesto, inventar.

Como  le decía su Tío a Peter Parker (Spiderman), “Tener un gran un poder conlleva una gran responsabilidad”. Pues todos tenemos un gran poder, nuestra mente, pero tenemos la gran responsabilidad de sacarle el mejor partido, y que no se convierta en nuestra peor enemiga, que también puede suceder.
 
 

Todo lo que sucede a nuestro alrededor, llega a nuestra mente a través de los sentidos, y esta empieza a funcionar para poder “etiquetar” lo sucedido y llevarlo al compartimento de nuestra memoria donde almacenamos situaciones similares.

Esto que explicado de esta manera parece sencillo y asequible, en el mundo real no lo es tanto. Hay situaciones muy complejas, que no llegamos a desmenuzar  lo suficiente para poder archivarla. Hay otras veces que nuestros sentidos no nos ofrecen toda la información necesaria, y el análisis se vuelve más complicado. Y otras muchas, por desgracia, que nuestra mente no se centra en lo que debe centrarse y divide su atención en diversas circunstancias que hace que fraccione su potencial entre todas ellas, por lo que hace que nuestra mente no dé el rendimiento esperado, por lo cual, nosotros tampoco.

Nuestras acciones están totalmente ligadas a nuestros pensamientos, si el funcionamiento de nuestra mente es óptimo, nuestro potencial será muy elevado.  Estos pensamientos están ligados a la capacidad que tengamos para analizar las situaciones y ubicarlas dentro de nuestro cerebro.

Pero por desgracia, lo que metemos dentro de nuestra cabeza también nos puede jugar malas pasadas. Puede limitar nuestras acciones y que limiten nuestro rendimiento.

 

“Lo hicieron porque no sabían que era imposible”

                                                                   Jean Cocteau

 

Tenemos que ser capaces de utilizar nuestra capacidades (mente y sentidos) en la medida necesaria que requiera cada acción. El exceso de información y de análisis muchas veces reduce el nivel de nuestra ejecución, ya que divide nuestra atención en demasiados frentes.

Cuando nos enfrentamos a un problema o una situación, debemos ser capaces de focalizar el foco en lo importante y discriminar toda la información y todos los pensamientos sobrantes que recibe nuestra mente. Debemos estar a “foco” con la esencia de la situación.

Pondré un ejemplo, en nuestra vida laboral surge un problema con un cliente. Y nosotros pensamos, <<justo ahora a 15 minutos de mi horario de salida, para que luego mi jefe no me lo agradezca>>, al instante posterior surge otro pensamiento, <<este trabajo siempre me está robando tiempo para estar con mi familia>>, a la vez entra un email de un pedido nuevo del cliente, nuevo pensamiento <<Que bien, por fin consigo a este cliente importante, seguro que esto me dejará en mejor lugar en la empresa>>. Tu cabeza no para, <<¿mejor lugar? , como no solucione el problema con este cliente me parece a mí que voy a tener todo el tiempo del mundo para ver a mi familia, porque me van a despedir>>….

 Este es un ejemplo de al ritmo tan alto que puede trabajar nuestra mente, y que muchas veces se puede convertir en nuestra peor enemiga y hacer que nuestra atención se nos olvide en lo realmente importante, que en ejemplo anterior era el  problema con el cliente.

Tenemos que acostumbrarnos a centrarnos en la esencia de las cosas y eliminar lo superfluo. Así que conseguiremos que nuestras acciones fluyan.

A continuación os dejo una escena de la película el Último Samurai, donde a Tom Cruise se lo explican de una manera mucho más sencilla.

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